Poemas de Estradiol

 Un pajarito, vas y vienes... Visitas mí nido, curioso y animado. Pajarito, hoy volviste herido. Con mis herramientas hice lo posible para curar tu alita. Nada me interesa más que no pierdas ese vuelvo libre, que te vuelven, Pajarito, Libre y Lindo.

Soy tu proyecto progre donde tu masculinidad puede descansar tranquila. Tonta, ilusa. Yo, enamorada.  Te quiero lejos, mi amor. Fascinación por vos.  Apagaría un bosque ardiendo con mi llanto

Escucha al viento entre las ramas, meciendo la cuna del niño dormido. Ewcichayal al viento entre las ramas, meciendo a un amor recién nacido.

Con el amanecer, llegó el momento de despedirnos. Nos intercambiamos abrazos y besos cargados de gratitud y comprensión. Romance breve, huella imborrable del corazón. Se queda conmigo un recuerdo donde nuestros mundos se cruzaron y, por un instante, se fundieron en un amor fugaz, ético y comprensivo.

Una madrugada envuelta en mis sombras curiosas, decidi tomar otro camino, de belleza y abundancia. Desde un rincón solitario en mi habitación, el susurro del viento llevó a mi oído una oferta tentadora. Sellé mi destino con un trato tan siniestro como honesto, intercambiando mi paz interior por la resplandeciente máscara de la belleza. Ahora, aunque luzco bella ante el mundo, mi reflejo oculta la agonía interna de un alma ausente, vendida. Cada elogio es un eco en mi interior, donde la luz superficial deja paso a la oscuridad de un pacto con el diablo. 

Y no llorar más, ojos secos, como río fuera de temporada. Mi corazón, rojo, solo espera un revolucionario latido. Fui agua demasiado tiempo, fluí sin rumbo; hoy soy fuego. Me incendio, y de esa ceniza pobre y precaria, renacerá mi nueva victoria.

El mar lejano me susurra un secreto al oído; escapar es una opción. Sol y sombra sobre mi cabeza. Mate amargo, como despertar solitario. Los ojos se me inundan de belleza, y el corazón se resquebraja. No hay mate al sol que me tranquilice. No hay belleza alrededor que me convenza. Estoy en quebranto. Necesito la calidez un abrazo fraterno. 

Fui paseada por el lugar donde también supe ser. Caminaron bajo la lluvia, mis mejores prendas. La gente de la calle sabe reconocerme, lumpenarica. En la mañana, me retiro de la cara las ilusiones de lo que fue el ayer.

Como si el mal del alma no fuera suficiente. Ahora, los males de la carne, torbellino de sentimientos. Escupo verdades, recibo ayuda nula y desganada. Vociferaba y sana. Ahora, racional y enferma. El cuerpo sabe interpretar las mañas del alma.

Esa noche era mi turno.Sentí una leve presión en mis brazos. Me estaba tomando de ellos. Abrí mis ojos y lo vi, borroso. Sobre mí, sobre mi cuerpo, Sintiendo su peso en mi cintura. Me observaba de cerca, tanto que pude ver en sus ojos mi muerte. Era él. Cuidaba de mí, no estaba sola. Azufre, tridente y cuernos.