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Mostrando las entradas de septiembre, 2024

Endieciochao

Entre empanaas y vino,   el curaito, cuático, se ríe gritando al viento "¡chapalapachala, sapo reculiao!",   mientras el pichulón del pueblo baila cueca, con el alma rota,  mirando a la bandera, sueña con un amor endieciochao, haciendo sonar sus espuelas,  se pierde en la fiesta, que hoy, no acabará. 

Anunciada

Camino por la ciudad que supiste habitar.   El frío me envuelve,   pero más aún el miedo   de no ser anunciada. Espero, en silencio,   y entiendo que el cariño no siempre brilla;   a veces solo se esconde   en el eco de lo que no se nombra, y muere.  

De la mano al beso

Antes, la mano firme y un apretón seco,   como si el tacto no tuviera historia   ni peso. Gestos calcados,   repetitivos, sin lazo, sin voz,   un espacio vacío   entre cuerpos. Y una, transitando,   un camino propio   con los ojos abiertos a lo que viene.   Vi cambiar sus miradas:   algunas fueron esquivas,   otras curiosas.   Y el roce empezó a suavizarse,   como si las fronteras   entre ellos y yo   se disolvieran en el aire. Y hoy ya no es la mano.   Ahora es la mejilla,   un roce cálido,   un pequeño instante   que apenas dura,   pero pesa,   pesa positivo.   Ya no es un gesto vacío   ni automático,   es una respuesta al viaje   que hice,   al cuerpo que fui,   al cuerpo que soy. ¿Ellos sienten el cambio   en sus propias manos?   ¿Entienden el peso de un beso   que antes negaban,   y ahora me frecen amablemente?