Pálidos y desharrapados

Convulsiono en la plaza del Bicentenario junto a los pálidos desarrapados, malolientes. Mi cabeza y mi cuerpo adoptan poses transfugas. Me incorporo, busco y gozo de sus cuerpos que entre sombras se liberan. Me enamoro de figuras morbosas. ¡Qué imponente el deseo, me toma y somete herida, filmada y bautizada en las calles santiaguinas! Bastardo el anonimato y la culpa estúpida que despiertan con el luminoso. Goce frío y desconocido. Lloro el pesar de la carne, sudo a pesar del gélido, y los pálidos se acurrucan, pero esta vez abrigados por la luz eléctrica en un triste colchón que amontona sus cuerpos caídos al pavimento.


Inspirada en el libro "Lumperica" de Diamela Eltit. 

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